CANCIONES PARA UNA MÚSICA SILENTE
Estela
Y el romano aguerrido de las
tropas de Augusto….
Nunca pensé que aquel lejano
verso mío
fuese revelación
casi cuarenta años
después.
Descendiste a la cueva ruinosa
como a abismo.
A la luz de una vela, escrutaste
hornacinas,
alzaste los maderos de roble,
escargaste
en el húmedo barro
del color del más ardiente cobre,
y allí estaba la losa
extensa, enorme, ruda.
Sobre su superficie (como
escritas
por unos labios con sangre,
que besaran la piedra hace ya dos
mil años)
viste letras de fuego,
heridas entreabiertas de una ida,
las fúnebres palabras-laberinto,
inexplicables sílabas ardientes
encubriendo un misterio
insondable:
C. IVLIUS….MNVS. EO
AL.AVCC...ERO..ISE..
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